En todos los cuentos que le leían había una princesa, una princesa atrapada en lo alto de una torre esperando a ser liberada por su príncipe. Pero esta vez la princesa era ella. Esperó y esperó, pero su príncipe nunca llegó a aparecer. También había un lobo, un grande, feroz y cruel lobo. Y desgraciadamente antes de que se diera cuenta le había arrebatado hasta su último aliento, el último latido de su corazón. Aunque su corazón tuviera otro nombre, otro final, otro destino.